María Pilar Tejada nació en la capital de Castilla el 6 de agosto de 1956. Ya de pequeña se vinculó al monasterio que iba a regir, pues hizo sus estudios de Bachilletaro en Palacios. Tras los años de estudios universitarios, sintió la llamada de Dios a la vida contemplativa e ingresó en la abadía de Palacios de Benaver en el año 1985, para emitir sus votos temporales el 6 de agosto de 1987. En su vida como monja benedictina ha desempeñado diferentes servicios. Fue Maestra de Novicias y Superiora en su monasterio. Fuera de él desempeñó la tarea se Secretaria de la Sociedad de Estudios Monásticos entre 1997 y 2005, año en que fue elegida Vicepresidenta de la misma. Finalmente, el 14 de septiembre de 2009, su convento le confió un nuevo e importante servicio: el de abadesa conventual.
1ª.- ¿Por qué has elegido esta vocación?
En un momento de mi vida me sentí llamada por Dios, seducida por la persona de Jesús de Nazaret. Y, después de hacer un largo discernimiento, decidí poner a Dios en el centro de mi vida, embarcarme en la apasionante aventura de seguir a Jesús en la vida monástica. Me atraía su vida, sus sentimientos, su relación y comportamiento con las personas, especialmente con las que más sufrían.
Se que es una vocación no fácil de entender. También resulta difícil explicar lo que se siente cuando una es llamada. En mi caso notaba que a mi vida le faltaba sentido, tenía todo lo que una chica de 25 años podía tener: una carrera universitaria terminada, un novio del que estaba enamorada, amigas, coche, posibilidades para viajar y, sin embargo, me encontraba vacía. Desde el momento en que me encontré con la persona de Jesús y le hice un hueco en mi corazón, todo adquirió una luz nueva y un nuevo sentido.
Al monasterio no me trajo el fracaso ni el miedo a la vida ni la comodidad, me trajo solamente el amor a Jesús y a la humanidad. Si opté por separarme físicamente del mundo, por retirarme, fue porque quería tener unas condiciones de silencio y soledad que me ayudaran a encontrarme con Dios y a seguir de forma radical a Jesús.
Y me traje conmigo, dentro de mi corazón a mis hermanos los, hombres, sus gozos, sus dolores, sus anhelos... Y puedo asegurarte que el vivir desde Dios te acerca mucho más a las personas. Nunca, creo, haber estado tan cerca de mis hermanos y hermanas, ni tan en comunión con las víctimas del mundo de hoy como ahora. Es imposible contemplar a Dios como Padre sin vivir la fraternidad, sin pensar en sus hijos, sin amar sus vidas, sin compartir sus sufrimientos.
2.- ¿Cuántos años lleva en el monasterio?
Precisamente el día 11 de mayo hizo 25 años que dejé mi familia e ingresé en el monasterio. En ese momento se me dio una nueva familia con la que me unen fuertes lazos de amor y de amistad.
El tiempo es muy relativo. Por una parte tengo la sensación de llevar aquí toda la vida, y por otra, parece que llegué ayer pues el tiempo vuela, casi ni te das cuenta de que van pasando los días.
3.- Este monasterio es lugar de paso para muchos peregrinos. ¿Cuánta gente os suele visitar a lo largo del mes?
No puedo indicarte un número concreto al mes pues depende de la estación en que nos encontremos. Por ejemplo en los meses de invierno suele pasar muy poca gente. De todos modos, nuestro monasterio no está propiamente situado en el Camino de Santiago, aunque sí se encuentra muy próximo a él. De vez en cuando suelen pasar peregrinos al encontrarse con un cártel que indica que cerca se encuentra un monasterio del siglo XI. Acuden por curiosidad o por amor al arte.
Algunos peregrinos pasan y se quedan a dormir. También vienen en ocasiones grupos organizados que han reservado plaza para hacer un alto en el camino y descansar.
4.- He visto que estáis preparando una experiencia de verano para jóvenes en el que queréis ayudarnos a descubrir y disfrutar el valor del silencio.
¿Crees que a los jóvenes nos faltan valores religiosos o espirituales?
Por supuesto que a la juventud en general le faltan, no solo valores religiosos o espirituales, sino también humanos. Vivimos en una cultura seductora y hedonista que tiende a privilegiar el cuerpo y los sentidos, no el espíritu o la vida interior. Cuando esto ocurre se engendran existencias vacías y superficiales donde se llega a cuidar más la apariencia que lo esencial. El vacío interior, la pérdida de horizonte, el olvido y la ausencia de Dios están provocando en el hombre y la mujer de hoy una fuerte crisis de esperanza, un vacío existencial. Estoy convencida que solo Dios, aunque nos empeñemos sen ignorarlo, puede dar sentido y plenitud a nuestras vidas.
Por supuesto que hay muchos jóvenes en los que los valores espirituales ocupan un lugar importante en sus vidas. De hecho hay muchos comprometidos en tareas sociales, en actitud solidaria con el sufrimiento de la humanidad.
5. ¿Crees que el silencio es un valor? ¿Para qué sirve?
Desgraciadamente vivimos en una cultura de la superficialidad y del ruido. Todo se vive en la epidermis sin ahondar, esto lleva a existencias vacías, sin meta, genera personas sin interioridad, disgregadas.
El silencio es imprescindible para entrar dentro de nosotros mismos y descubrir nuestro “ser”, el “sentido de nuestra vida”, necesario para poder escuchar a los demás, sus sufrimientos, sus problemas, sus gozos. Si estamos siempre llenos de ruidos no podremos apreciar lo que sucede a nuestro alrededor, nos convertimos en personas egoístas, solo atentas a lo nuestro. Es bueno también para conocerse uno mismo, para escuchar la vida, la naturaleza, para descubrir en nuestro interior la presencia de Dios que nos habita. Todo lo creado nos puede hablar pero para poder escucharlo, percibirlo, se necesita hacer momentos de silencio interior e exterior. Es incluso una experiencia terapéutica, sanadora muy necesaria hoy que vivimos en un mundo inmerso en prisas y ruidos.
Termino con una invitación a que degustéis este valor.
“Deja un pequeño margen
para la reflexión,
para el silencio,
entra dentro de ti
y deja atrás
el ruido de la vida.”
1ª.- ¿Por qué has elegido esta vocación?
En un momento de mi vida me sentí llamada por Dios, seducida por la persona de Jesús de Nazaret. Y, después de hacer un largo discernimiento, decidí poner a Dios en el centro de mi vida, embarcarme en la apasionante aventura de seguir a Jesús en la vida monástica. Me atraía su vida, sus sentimientos, su relación y comportamiento con las personas, especialmente con las que más sufrían.
Se que es una vocación no fácil de entender. También resulta difícil explicar lo que se siente cuando una es llamada. En mi caso notaba que a mi vida le faltaba sentido, tenía todo lo que una chica de 25 años podía tener: una carrera universitaria terminada, un novio del que estaba enamorada, amigas, coche, posibilidades para viajar y, sin embargo, me encontraba vacía. Desde el momento en que me encontré con la persona de Jesús y le hice un hueco en mi corazón, todo adquirió una luz nueva y un nuevo sentido.
Al monasterio no me trajo el fracaso ni el miedo a la vida ni la comodidad, me trajo solamente el amor a Jesús y a la humanidad. Si opté por separarme físicamente del mundo, por retirarme, fue porque quería tener unas condiciones de silencio y soledad que me ayudaran a encontrarme con Dios y a seguir de forma radical a Jesús.
Y me traje conmigo, dentro de mi corazón a mis hermanos los, hombres, sus gozos, sus dolores, sus anhelos... Y puedo asegurarte que el vivir desde Dios te acerca mucho más a las personas. Nunca, creo, haber estado tan cerca de mis hermanos y hermanas, ni tan en comunión con las víctimas del mundo de hoy como ahora. Es imposible contemplar a Dios como Padre sin vivir la fraternidad, sin pensar en sus hijos, sin amar sus vidas, sin compartir sus sufrimientos.
2.- ¿Cuántos años lleva en el monasterio?
Precisamente el día 11 de mayo hizo 25 años que dejé mi familia e ingresé en el monasterio. En ese momento se me dio una nueva familia con la que me unen fuertes lazos de amor y de amistad.
El tiempo es muy relativo. Por una parte tengo la sensación de llevar aquí toda la vida, y por otra, parece que llegué ayer pues el tiempo vuela, casi ni te das cuenta de que van pasando los días.
3.- Este monasterio es lugar de paso para muchos peregrinos. ¿Cuánta gente os suele visitar a lo largo del mes?
No puedo indicarte un número concreto al mes pues depende de la estación en que nos encontremos. Por ejemplo en los meses de invierno suele pasar muy poca gente. De todos modos, nuestro monasterio no está propiamente situado en el Camino de Santiago, aunque sí se encuentra muy próximo a él. De vez en cuando suelen pasar peregrinos al encontrarse con un cártel que indica que cerca se encuentra un monasterio del siglo XI. Acuden por curiosidad o por amor al arte.
Algunos peregrinos pasan y se quedan a dormir. También vienen en ocasiones grupos organizados que han reservado plaza para hacer un alto en el camino y descansar.
4.- He visto que estáis preparando una experiencia de verano para jóvenes en el que queréis ayudarnos a descubrir y disfrutar el valor del silencio.
¿Crees que a los jóvenes nos faltan valores religiosos o espirituales?
Por supuesto que a la juventud en general le faltan, no solo valores religiosos o espirituales, sino también humanos. Vivimos en una cultura seductora y hedonista que tiende a privilegiar el cuerpo y los sentidos, no el espíritu o la vida interior. Cuando esto ocurre se engendran existencias vacías y superficiales donde se llega a cuidar más la apariencia que lo esencial. El vacío interior, la pérdida de horizonte, el olvido y la ausencia de Dios están provocando en el hombre y la mujer de hoy una fuerte crisis de esperanza, un vacío existencial. Estoy convencida que solo Dios, aunque nos empeñemos sen ignorarlo, puede dar sentido y plenitud a nuestras vidas.
Por supuesto que hay muchos jóvenes en los que los valores espirituales ocupan un lugar importante en sus vidas. De hecho hay muchos comprometidos en tareas sociales, en actitud solidaria con el sufrimiento de la humanidad.
5. ¿Crees que el silencio es un valor? ¿Para qué sirve?
Desgraciadamente vivimos en una cultura de la superficialidad y del ruido. Todo se vive en la epidermis sin ahondar, esto lleva a existencias vacías, sin meta, genera personas sin interioridad, disgregadas.
El silencio es imprescindible para entrar dentro de nosotros mismos y descubrir nuestro “ser”, el “sentido de nuestra vida”, necesario para poder escuchar a los demás, sus sufrimientos, sus problemas, sus gozos. Si estamos siempre llenos de ruidos no podremos apreciar lo que sucede a nuestro alrededor, nos convertimos en personas egoístas, solo atentas a lo nuestro. Es bueno también para conocerse uno mismo, para escuchar la vida, la naturaleza, para descubrir en nuestro interior la presencia de Dios que nos habita. Todo lo creado nos puede hablar pero para poder escucharlo, percibirlo, se necesita hacer momentos de silencio interior e exterior. Es incluso una experiencia terapéutica, sanadora muy necesaria hoy que vivimos en un mundo inmerso en prisas y ruidos.
Termino con una invitación a que degustéis este valor.
“Deja un pequeño margen
para la reflexión,
para el silencio,
entra dentro de ti
y deja atrás
el ruido de la vida.”
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