Gloria Martínez, directora de C.B. Restauración, S.L.
Las monjas benedictinas del convento de San Salvador, en la localidad de Palacios de Benaver, custodian desde hace más de 900 años una talla de estilo románico, fechado en la primera mitad del siglo XII, que representa un Cristo Crucificado de tamaño natural. El origen de este Cristo está envuelto en un mundo de leyendas, su origen se relaciona con Fernán González y con los primeros condes de Castilla.
La imagen de esta talla se fue modificando por sucesivas policromías a lo largo de los años para acomodarla a los cambios estéticos y de concepción religiosa. En una intervención reciente promovida por la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León, el Crucificado ha recuperado su esencia románica oculta tras las sucesivas capas de pintura.
El principal problema a la hora de restaurar esta interesante pieza era la de intentar recuperar la autenticidad de su imagen, es decir buscar una coherencia estilística entre la talla, la cruz y las sucesivas policromías.
Tras las primeras pruebas se identificaron cinco capas de policromía, tres en el paño de castidad y otras cinco en la cruz.
Un estudio y valoración de estas capas añadidas y su estado de conservación se optó por eliminarlas hasta llegar a la primera policromía románica, que presentaba un estado de conservación excepcional. Esto implicó la desaparición de capas muy antiguas, con valor por sí mismas. Al eliminar las policromías se pudieron detectar elementos modificados en la talla como la recolocación de los brazos respecto al torso, el relleno de heridas y llagas del torso o injertos de madera en pies y manos.
Otro interesante hallazgo durante la restauración fue la aparición de una representación del Agnus Dei en la cruz. Ésta había sufrido diversas modificaciones para permitir su uso continuado, se había reducido el tamaño de los brazos porque la madera presentaba un ataque de insectos. En el siglo XVIII la cruz se recorta aún más para incorporar el Crucificado a un retablo.
Tras la aparición de estos datos se planteó la posibilidad de reconstruir el volumen de la cruz para recuperar la plástica netamente románica de la imagen en la que participa plenamente la cruz, recuperando así sus proporciones. Se reconstruyó lo faltante con la misma madera de que está hecha la cruz y se reintegró cromáticamente esta zona añadida con una técnica el punteado.
Se produce una inversión 46.572,00 € .Tiene unas dimensiones de 2,76 metros de altura, 2,23 metros de ancho y entorno a 40 centímetros de fondo. La pieza mantiene el modelo de Cristo Románico, con los pies clavados por separado. El Cristo, no presenta lanza en el costado, mantiene los ojos abiertos y no muestra signos de sufrimiento, como evidencia de su naturaleza divina.
Así se llega a recuperar la esencia histórica y estética de una obra medieval.
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